Clima, Flora y Fauna

El clima de Ribadesella es de tipo atlántico, húmedo y suave, con inviernos poco duros y veranos sin excesos de calor, lo que hace de este concejo un lugar agradable en todas las estaciones. La situación costera le permite incluso gozar de un invierno menos riguroso que los concejos vecinos del interior, pues la vecindad del mar reduce significativamente la acción de las heladas, modera las temperaturas y disuelve las nieblas, más persistentes en tierra adentro. Las temperaturas no suelen bajar de los 2 ó 3 grados centígrados en los días más fríos del invierno, que son muy pocos, y tampoco suelen subir más allá de los 28 grados los días más cálidos del verano, también infrecuentes.
 

Playa Vega

Playa de Vega


Los vientos dominantes son los del Noroeste, que traen la humedad atlántica, aunque tampoco son desconocidos los del Nordeste, frescos, o los del Sur, cálidos. La humedad relativa del aire tiene una media del 78 %, tal como corresponde a un territorio costero, y la mayor parte de las lluvias se registran en invierno y primavera, aunque su frecuencia y cantidad es mucho menor de lo que le atribuye la creencia popular en el resto de España, una creencia mantenida y fomentada en cierto modo por parte de los servicios públicos de predicción meteorológica, que sistemática e injustamente le atribuyen a esta franja costera los mismos valores atmosféricos que los que le asignan a las altas montaña del interior de Asturias, en las que obviamente siempre llueve más y se registran temperaturas más bajas.

En cuanto al arbolado hay que señalar que el territorio riosellano se parece poco a lo que era hasta finales del siglo XIX, ya que la introducción masiva de eucaliptos destinados a la industria papelera ha alterado notablemente el aspecto de la geografía local. No obstante de la colonización de la franja costera por esta especie arbórea, a la que le gusta la proximidad del mar, aún quedan manchas forestales autóctonas repartidas por el interior del concejo, entre las que tienen especial interés los encinares de Collera, Calabrez y Sardéu y las biescas (o pequeños bosquetes de castaños, robles, pinos y avellanos) de Santianes, las faldas del Mofrechu, el Toral, Meluerda o Camangu. También hay choperas en las orillas del Sella y de otros arroyos menores, así como tejos centenarios en Meluerda, Sebreñu y Fríes. El área recreativa de La Rozada, en la parte alta de Truyes, es un magnífico lugar para la observación de la ría del Sella y de las distintas especies autóctonas de árboles. En el Paseo de la Grúa, en la villa, queda una docena de las acacias originales, sustituidas por plátanos de Indias. Y junto al actual instituto hay un negrillo centenario “con cien brazos abiertos al cielo” para el que ya pedía respeto el cronista Guillermo González.

El clima suave y la humedad propicia el cultivo fácil de los árboles frutales, entre los que se lleva la palma el manzano, todo un emblema de la región asturiana, que proporciona diversas clases de manzanas de sidra, de mesa y de repostería. La escasa incidencia de las heladas en esta zona costera favorece también la presencia de naranjos y limoneros de excelente calidad, que antaño fueron objeto de exportación desde el puerto local. Igualmente se cultivan con buenos rendimientos los cerezos, guindos, perales, ciruelos, higueras, nogales, avellanos y pescales, una deliciosa variedad autóctona de melocotones silvestres. El kiwi, traido como el eucalipto de las antípodas, también ha entrado con fuerza en esta zona.

gamos pastandoGrupo de gamos pastando en libertad con el mar Cantábrico al fondo.

La huerta, fértil pero insuficientemente explotada tal vez por falta de una verdadera cultura hortelana en la región, es generosa en fabes (alubias), fabonas (habas de mayo), patatas, maíz, coles y guisantes, aunque también tiene excelentes condiciones para el cultivo de fresas, alcachofas, pimientos, judías, cardos, espinacas, acelgas, espárragos y otras exquisiteces tradicionalmente asociadas a la huerta mesetaria y levantina. Las setas, que abundan en los prados y bosquetes del concejo, están empezando a ser un producto altamente apreciado.

En cuanto a la flora marina, desparecido ya el sistema dunar de la playa de Santa Marina por la acción del urbanismo, hay que buscarla en la playa de Vega, declarada Monumento Natural. Allí quedan algunos ejemplos de plantas halófitas como el cardo de mar, el barrón o constructor de dunas y el tártagodemar, de hojas carnosas. En los acantilados de la costa viven los mullidos cenoyosdemar y el llantén, mientras que en las marismas de la ría vegetan plantas adaptadas a la inmersión durante la marea alta y a las variaciones de la salinidad del agua, que es salada cuando sube la marea y dulce cuando baja. Estas especies, que forman un rico hábitat sobre todo para las aves acuáticas, son los carrizos, plantas gramíneas de hasta tres metros de altura, y los matorrales de salicor, en las zonas más salinizadas.

Imagen RiaRía del Sella, uno de los ecosistemas más relevantes de la comarca oriental.

En el fondo del mar crece el ocle (el alga gelidium), que es depositado en las playas por la marea y es recogido para su uso industrial. De él se extrae el agar-agar, una gelatina muy apreciada en los ramos de alimentación, farmacia y cosmética, por lo que también se extrae de las profundidades mediante equipos de buceo, corta y arranque, procedimientos discutidos por los ecologistas y reglados por la administración.

En lo que respecta a la fauna, el ave acuática más común es la gaviota patiamarilla, aunque también se puede ver alguna otra variedad como la gaviotasombría y la reidora o chirri, que viene a invernar. También están presentes el alcatraz y el cormorán en sus dos variedades, el grande, que no nidifica en el concejo y es más abundante, y el moñudo, que nidifica en los acantilados de Arra y Palu Verde y no entra en la ría. También hay aves acuáticas -no marinas- que nidifican en los carrizales de la ría del Sella y del Malecón, como el zampullín, el ánade real, el rascón, la focha, la gallineta, la carriza y el mirlo acuático, aunque hay otras especies, como la garza, la cerceta o la avefría, que hacen escala aquí en sus viajes migratorios y ponen de manifiesto el alto valor ecológico de los humedales riosellanos.

Entre las aves de presa diurnas destacan los ferres (halcón, azor y gavilán), el milano, el cernícalo o viquina, el alimoche o frangüesuy algunos tipos de águila como el pardón, la pescadora y la culebrera y lareal, de la que sólo quedan contados ejemplares. Entre las aves de presa nnocturnas están el guruxu (búho común o cárabo), la coruxa (lechuza) y el búho real, aficionadas todas ellas a vivir cerca de las casas. También abundan las pegas (urracas), las cornejas, los miruellos (mirlos), las arceas (becadas) y una amplia gama de pequeños pájaros. En cuanto a la fauna terrestre, refugiada en los montes de Santianes, Cueves y Alea, escasea el corzo y abundan el jabalí, el zorro, el tejón, la garduña, la comadreja, la jineta y la ardilla, especies actualmente protegidas por las leyes.

Uno de los ecosistemas más relevantes del concejo y de toda la comarca oriental es la ría del Sella, que incluye a la ría del Malecón del río San Pedro, recientemente convertida en Parque Natural por iniciativa municipal y gracias a la presión de los ecologistas locales. Ambas rías albergan matorrales y juncaleras que sirven de hábitat para muchas especies de aves migratorias y sedentarias mencionadas más arriba. En la ría del Sella entran, cuando sube la marea, algunas especies de agua salada entre las que destaca la lubina. En las aguas dulces, río arriba, hay truchas, reos, anguilas (y angulas, sus alevines), los colonizadores mugles, algunas lampreas y abundantes salmones, la joya de este río desde la más remota antigüedad.

© Copyright de todos los textos por el autor: José Antonio Silva Sastre